"La persistencia de la memoria" de S. Dalí (1931)
El tiempo. ¿Qué es el tiempo? El paso del tiempo es tan
evidente. Solo tenemos noción del tiempo en su discurrir, cuando miramos atrás,
al tiempo que se fue, al tiempo que no volverá. Podemos ver el tiempo cuando
observamos el rostro de un anciano, cuando miramos los pequeños cristales dispersos
por el suelo de una copa que se rompió, al comprobar las sucias manos de un
niño que ha estado jugando en la arena, o cuando nos quedamos con la mirada
fija en los posos de un consumado café. ¿Es, entonces, el tiempo cruel? ¡No, y
mil veces no! El tiempo es vida, vida sentida, vida vivida,…, vida pasada, sí,
pero vida al fin y al cabo.
Dos enamorados durante su primer beso, una madre abrazando a
un hijo que se marcha lejos, un hijo abrazando por última vez a un padre,…,
muchos querrían detener el tiempo en un instante. ¡Detén tu reloj! ¡Detén todos
los relojes de tu casa! ¡Detén todos los relojes del mundo! ¿Se detiene el tiempo?
El tiempo solo se detiene para el que deja de ver el mundo girar, para el que
el tiempo ya no es vida,…, para el que deja de vivir.
Se dice que el tiempo lo cura todo, e incluso alguien puede
ir más allá y afirmar que el tiempo todo lo borra. Ahora sé que no es cierto.
El tiempo es un recuerdo imborrable, un recuerdo que, como mucho, puede
atenuarse. Quizá, sería más correcto decir que el tiempo amortigua o debilita
las cosas. Lo que ocurre es que nos hacemos resistentes a ellos, nos habituamos
a los recuerdos y así pareciera que el tiempo se los llevase. Los recuerdos,
buenos o menos buenos, son tiempo pasado, tiempo vivido. No se van, están ahí, detrás
de la frágil muralla de nuestra memoria, al acecho para salir y hacernos daño
en unos casos, o para hacernos sonreír en otros. El tiempo cierra fisuras en la
muralla. Ese es el tiempo, el que atenúa y no el que borra. ¡Pobre de aquel que
el tiempo borra sus recuerdos!
El tiempo solo puede existir cuando ha pasado. No existe el
tiempo presente como tampoco existe el tiempo futuro. Hay que vivir el
presente, el instante. No es bueno vivir de los recuerdos. Pero ese tiempo
presente, ese instante, dura poco y rápidamente deja de ser presente para
convertirse en pasado, en recuerdo. Entonces, si el tiempo pasado no existe y
el presente se convierte en pasado, ¿qué es el tiempo sino un recuerdo?
Ahora, sentada en la orilla del mar, veo pasar el tiempo en
la espuma blanca de las olas: muere una y nace otra, muere una y nace otra,…
¡Qué bello es el paso del tiempo!